Reunión familia de Ballet

Hoy me he despertado súper temprano porque seguía muy emocionada por el encuentro de anoche. Después de no sé cuántos años, por fin nos hemos podido reunir todos, hablo de «My Ballet Family» (coño, mi familia bailarina). Todos sabéis que mi primer amor y mi pasión es la danza clásica, sin esto no soy yo, y desde que no bailo hace un año, noto que mi cuerpo no es el mismo y me grita por dentro y me suplica que vuelva, que no pare, que siga. En los últimos 4 años he sufrido varias lesiones que me han impedido seguir al mismo ritmo, pero no voy a dejar que eso me detenga… En fin, en el post de hoy quiero hablaros de mi familia de ballet y lo que significa cada uno para mí… ¿Ready to Dance? Vamos allá.
Cuando llegué a España hace ya casi 20 años (Fuck, cómo pasa el tiempo), una de mis primeras preocupaciones fue pensar: «¿Y ahora dónde coño voy a ir a clases de ballet?» Aunque dejé de bailar a los 24 años, siempre he seguido yendo a clases para mantenerme en forma, pero más importante, para mantenerme sana mentalmente, porque el ballet es como una droga para mí. En fin, uno de mis miedos al llegar a España era no poder encontrar un sitio que me acogiera y me diera esa libertad que necesitaba.
Busqué y busqué, pero nada, hasta que encontré cerca de casa un estudio de danza y entré a preguntar para ver si tenían clases de ballet para adultos. Recuerdo entrar y hablar con un chico llamado Sergio, uno de los propietarios de Funkadelic, y le pregunté: «¿Ofrecéis clases de ballet para adultos?» y me dijo: «No, pero algunas personas sí que me han preguntado, pero no tengo un grupo suficientemente grande para formar una clase». Me pidió que dejara mis datos y me llamaría si podía ser. Tengo que confesar que creo que si no todos los días, casi todos, pasaba por allí y le volvía a preguntar jajaja, su respuesta era siempre la misma, pero creo que de tanto insistir pensó: «Voy a ver cómo formo un grupo, porque quiero quitarme a esta chica de encima jajaja». Y por fin llegó el día en que me llamó y me dijo: «¡YA TENEMOS GRUPO!».
Emoción no, lo siguiente, y también un poco de miedo porque llevaba ya años sin bailar y no sabía qué me iba a encontrar. Y lo que me encontré desde ese momento fueron experiencias maravillosas, amigos de por vida, profesoras y profesores inolvidables y una sensación de volver a ser yo misma.
NATALIA:
Mi primera profesora durante mi regreso a las clases fue Natalia. Una bailarina con mucha fuerza y espíritu. Ella fue la que me devolvió a lo que una vez fui, poco a poco, con mucha paciencia, exigencia y dedicación trabajó conmigo para devolverme esa confianza que había perdido. Me animó a volver a subir al escenario y lo hice con mucho miedo e ilusión.
JOSE:
Compañero de danza, amigo, ¿Qué os puedo decir de José? El único hombre en la clase y ya de cierta edad como yo, pero compartíamos esa misma pasión. Las clases sin José no eran las mismas, nos regalaba muchas risas y bailar con él era un lujo. Sé que volveremos a subir al escenario juntos muchas veces más. José ahora es uno de mis mejores amigos y le quiero con locura! (no, no es mi Jose es mi «otro» Jose)
PATRICIA:
Una bailarina con una elegancia que no se puede superar. Como persona, lleva esa misma elegancia que la hace destacar y te contagia. Una persona maravillosa, siempre con serenidad, me daba mucha paz y me motivaba a seguir esforzándome como bailarina.
BELEN:
La compañera más graciosa. Las risas estaban siempre aseguradas con Belén, otra bailarina excepcional que sabía cuáles eran sus limitaciones y las hacía brillar. Nos separaban a menudo en clase porque si no era una, era la otra la que no paraba de reírse o quejarse por algo.
MAITE:
Una bailarina en proceso, aunque no estudió ballet de niña, Maite tenía el cuerpo y el espíritu de una bailarina y nos asombraba a todos con sus movimientos y su fuerza. Bailar con ella era maravilloso, siempre estaba atenta y dispuesta a todo. Otra persona que llena la sala de luz.
CINTIA:
Creo que es la bailarina más dedicada que conozco. Al igual que Maite, no estudió ballet de pequeña, pero lo daba todo. Me enseñó que cuando se quiere algo, se puede conseguir. Poder bailar con ella en el escenario fue una de las mejores experiencias, me di cuenta de lo valiente que era y de cómo debía ser yo.
ÁNGELA:
Mi segunda profesora de ballet. Cuando hablas de Ángela, hablas de una bailarina con una delicadeza extrema y como profesora, hablas de una persona que aunque estuvieras haciendo todo al revés, te decía: «Me gusta esa modalidad de movimiento» jajaja. Una persona encantadora con un corazón gigante. Y co-propietaria de la maravillosa escuela de danza Flow Espacio Vivo.
RAMÓN:
Mi cuarto profesor de ballet. Empecé a seguir a Ramón en las redes porque cuando lo vi dije: «¡QUÉ CUERPAZOOOOO!». Le pedí realizarle una entrevista y de repente se convirtió en un amigo y profesor. Sus clases te llevan a la perfección y aunque te exige, al mismo tiempo te motiva. Otro corazón de oro.
Aunque no estén en esta foto, no puedo dejar de mencionar a MÓNICA, mi tercera profesora de ballet, la más exigente. Al principio quiso regañarnos como a sus niñas hasta que se dio cuenta de que éramos adultas y muy adultas para regañar jajaja.
También ha habido otras compañeras de clases de ballet que continúan siendo amigas como Aruma, Teresa, Mar, Elisa y muchas más que están dentro de mi corazón.
Gracias a todas y todos por formar parte de mi vida, por estar siempre ahí. Formáis parte de mi familia y sé que volveremos a coincidir muchas veces más, «On of Off stage» (en el escenario o fuera de él).
Tengo mil fotos y videos, pero he recopilado algunas de las más destacadas. ¡Disfrutad!