Soy una mentirosa, puedo ser compulsiva, pero que va, soy de las buenas. Llevo ya 3 posts dentro de estas crónicas y en cada una os voy prometiendo que se irán poniendo más divertidas y os he mentido. No os he mentido a propósito, mi intención os lo prometo cuando empecé estás crónicas fue de hablar de las cosas divertidas y graciosas que tiene ser un cuidador, en mi caso las cosas que me dice o hace mi madre. Al parecer poca gracia tiene todo esto (aunque sí, a ver, no lo voy a prometer para que no os enfadéis, pero os aseguro que si cada semana seguís leyendo se irá desenvolviendo el humor). Hoy no… jajajaja (mirar he puesto jajaja eso es gracioso). Hoy voy hablar de la culpabilidad… ¿Estáis preparados?

Pero, ¿Qué es la culpabilidad? «La culpabilidad se refiere a la posibilidad de reprochar penalmente al autor de un acto u omisión típico y antijurídico su comisión, teniendo en cuenta las circunstancias o condiciones en que éste se ha desarrollado y las personales del autor. La culpabilidad exige una valoración del comportamiento humano». No me he enterado de nada, yo solo sé lo que la culpabilidad significa para mí. Creo que toda mi vida me he sentido culpable de una cosa u otra y ahora con la edad entiendo el porqué. Siempre he querido complacer a todo el mundo, caer bien y no hacer daño a nadie, así que cuando alguien no está conforme con mis acciones me siento culpable, como si no hubiera hecho lo suficiente. Tambien entiendo que muchas veces me siento culpable porque sé que en algunas ocasiones podía a ver dado más pero no lo hice. La culpabilidad tiene muchas caras y cuando eres un cuidador creo que este sentimiento crece al no poder más. Os explico…

Aunque muchas personas me dicen «Que buena hija eres cuidando de tu madre otras personas la hubieran metido en una residencia» pienso… pues a lo mejor estaría mejor cuidada en una residencia, a lo mejor yo no sé cuidarla. La culpabilidad empieza temprano en mi día cuando sé que no tengo tanto tiempo para atender a mi madre como debe ser. Intento hacer lo mejor que puedo, pero algunas veces no creo que hago suficiente. La culpabilidad sigue creciendo por el día ya que también veo que si dedico mucho tiempo a mi madre lo resto de mis hijos, mi chico, mis amigos y de mi misma y otra vez aumenta la culpabilidad. Como podéis ver es un círculo vicioso que crece conforme va pasando el día, las semanas, meses y años. Se convierte en una bola de la cual viene rodando y si te pilla te aplasta. Pero hoy no vengo a deciros que la culpabilidad me ha aplastado o que la bola rueda con ganas hacía mí. Vengo a deciros que estoy aprendiendo a jugar con la culpabilidad y convertirla en mi mejor amiga.

Ahora entiendo que la culpabilidad es simplemente nuestra confusión a la hora de ver las cosas. Ahora entiendo que todos cometemos errores y que todos tomamos las decisiones que son correctas para nosotros en el momento correcto. Ahora entiendo que nadie me culpa solo yo misma. Ahora entiendo que la culpabilidad intenta enseñarme lo que no puedo ver y lo que no quiero entender. Ahora entiendo que todos somos culpables, somos culpables de culparnos. Pero lo más importante es que ahora entiendo que la culpabilidad si lo miramos profundamente tiene en su interior amor (como todo en el mundo) y que, en vez de culparnos, debemos aceptar nuestra situación, nuestras limitaciones, nuestros sentimientos y usar la culpa como un arma de aprendizaje.

No soy la mejor hija ni la mejor cuidadora, pero no me siento culpable, me siento orgullosa de poder tomar mis propias decisiones, de mantener firmes mis acciones, de equivocarme, de aprender de la vida, de saber que dentro de mi corazón solo hay amor que es el arma que elimina la culpabilidad.