Convivencia Coronavirus day 5

Convivencia Coronavirus DÍA 5 martes, 17 de marzo 2020

Ayer os conté que las mañanas ahora son más silenciosas y me encantan… sin sonido, sin pajaritos (no es broma, no veo pajaritos). Hoy, después de mi rutina de meditación, me asomé por la ventana y solo vi a nuestro conserje cuidando de nuestro jardín.

Esto me hizo reflexionar sobre todos esos trabajos que muchos desprecian o consideran inferiores. Ahora nos están salvando la vida. La ironía de la vida es preciosa y creo que necesitábamos este «despertar». Hemos visto el egoísmo muy de cerca en personas que no siguen las normas y no se quedan en sus casas. También están aquellos que compran para un año entero, a pesar de que se les ha dicho que no es necesario y se les pide que dejen productos para los demás.

Mi día se vuelve cada vez más estresante que antes. Yo, que pensaba que tendría tiempo para todo, descubro que mi lista de tareas, tan cuidadosamente planificada, no sirve para nada. La carga de trabajo se acumula: teletrabajo, aperitivos con las vecinamigas, ejercicios con las mismas, suscripciones gratuitas a revistas, cursos de marketing online gratuitos, visitas virtuales a museos, teatro virtual, musicales. Además, hay que salir a aplaudir a las 20:00, cantar el himno por la ventana, hacer Skype con personas que de repente muestran interés en tu vida en solitario después de años sin verse… ¡OHHHHHHM!

Y ahora, encima, mis amigas quieren que no solo cuente mis crónicas, sino también las suyas. La faena se me acumula. Intentaré elegir las más increíbles y compartir esas. Si no, la tarea será abrumadora. (Y yo que pensaba que no tendría nada que contar).

Mi hija sigue sin aparecer. Sale de su habitación cuando tiene hambre, pega un par de gritos a todos, nos asustamos y se vuelve a meter en su «coronacueva» (es el nombre que le he dado a su habitación). No permite la entrada a cualquiera y, aunque le pido por favor que me deje hacerle fotos, su respuesta es un rotundo NO. Si algún día se entera de este libro, no sé qué será de mí…

En cambio, mi hijo ha decidido estudiar. ¡Incluso mi madre le dijo alarmada: «¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?»! No sé cuánto tiempo durará, pero mira… lo que dure, duró. Pasa los días estudiando, haciendo ejercicio, compartiendo sus cosas conmigo e intentando calmar a su abuela (que padece Alzheimer) cuando todas las mañanas ve las noticias y parece como si fuera la primera vez que escucha todo lo que está sucediendo. Y como las noticias se repiten y se repiten… hoy mi hijo le dijo: «Yaya, esto para ti es perfecto, ya que repiten todo mil veces».

 

En fin, otro día en el paraíso. ¿Sobreviviremos?

Tengo que admitir que estoy harta de los malditos aplausos a las 20:00, y esto acaba de empezar…

Reflexión del día: Los cambios son buenos cuando son para mejor, pero ¿qué pasa cuando son para peor? ¿Debo cambiar?

 

Los días nos sorprenden, no te escondas